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Poetas españoles y americanos
Poetas españoles y poetas latinoamericanos. Los mejores poetas en español. Poemas recitados.
Amor y Poesía: tres poemas de amor cortos para enamorar.
Poemas de amor cortos para enamorar.
Poemas de amor cortos para escuchar.
El abrigo de Acacia Uceta
de tu vuelo infinito me hace nido.
Gaviota enamorada soy del aire
que sostiene tu amor y mi estatura.
Justificada en todo mi potencia.
cuna del mar y el me viento me he sentido
solo porque elegiste mi envoltura
para alojar en ella tu destello.
Si toda la grandeza que creaste
cabe dentro de mi cuando te miro.
¡que absoluta alegría compartida!
Si pudiera quererte
como tu al elegirme por abrigo,
si llegara al final
siendo refugio de tu amor tan solo.
¡que plenitud gozosa
sentir tu antorcha firme entre mis alas,
rasgar con ella el frío de la noche
y la noche hacer día con tu fuego!
Después, de Jesús Ángel Morato
Después quedó la dama vacía,
sábanas sin besos,
sonidos huecos.
Después tu cuerpo desnudo
habitó en mi memoria,
como un náufrago en su isla,
como una paloma ausente,
como una caracola sin mar.
Después te marchaste,
y las paredes lo saben,
y la noche es oscura
y la cama es el mar.
Después arrancaré tu retrato,
y lo convertiré en un arco iris,
en un vendaval,
en una noche,
en una tormenta,
en una ciudad.
Después quedó la cama vacía,
tu cuerpo desnudo
desapareció sin mirar atrás.
Como un náufrago sin isla,
como una caracola sin mar.
Mis días son la tormenta
de una cama vacía.
No estás
Jesús Ángel Morato ©2002
Cuando el amor de José Ángel Valente
Cuando el amor es gesto del amor y queda
vacío un signo solo.
Cuando está el leño en el hogar,
mas no la llama viva.
Cuando es el rito más que el hombre.
Cuando acaso empezamos
a repetir palabras que no pueden
conjurar lo perdido.
Cuando tú y yo estamos frente a frente
y una extensión desierta nos separa.
Cuando la noche cae.
Cuando nos damos
desesperadamente a la esperanza
de que solo el amor
abra tus labios a la luz del día.
Poemas de amor de José Ángel Valente
Amor y Poesía: poemas de poetas latinoamericanos
Poemas románticos de poetas latinoamericanos.
Me desordeno, un poema de Carilda Oliver
Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
Ahuyentemos el tiempo amor, poema de Gioconda Belli
Ahuyentemos el tiempo, amor, poema de Gioconda Belli
Ahuyentemos el tiempo, amor,
que ya no exista;
esos minutos largos que desfilan pesados
cuando no estás conmigo
y estás en todas partes
sin estar pero estando.
Me dolés en el cuerpo,
me acariciás el pelo
y no estás
y estás cerca,
te siento levantarte
desde el aire llenarme
pero estoy sola, amor,
y este estarte viendo
sin que estés,
me hace sentirme a veces
como una leona herida,
me retuerzo
doy vueltas
te busco
y no estás
y estás
allí
tan cerca.
Poemas de amor de Gioconda Belli
Voy a alargar caminos, un poema de Roberto Juarroz
Voy a alargar caminos de caricia,
con algo de dulzura entre los dientes
y un garabato tibio en los cabellos,
para que el poco sueño que aún nos queda
no se nos caiga.
Voy a alumbrar tu rostro mientras duerme
y mirarlo al revés, donde no duerme.
Voy a juntar raíces por el aire,
catálogos de nieves que no caen
y sitios para párpados.
Voy a tomar al hombre por el centro
y tirarlo a rodar, a ver si llega.
Voy a tomarme a mí, ya me he tomado,
para enlazar de nuevo los cristales
con un redondo material sin tiempo.
Voy a cortar las puntas de la vida
como unas uñas demasiado largas.
Poema de amor de Roberto Juarroz
Amor y Poesía: poemas de poetas españoles
Poemas románticos de poetas de España
Romance Sonámbulo de Federico García Lorca
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde…?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
Fragmento del Romance Sonámbulo de Federico García Lorca.
En el cielo, poema de Emilio Prados
En el cielo nube y sol
y el vendaval del amor.
Al pecho del marinero
el vendaval de los celos,
tres noches recién cortadas
y una niña enamorada.
Y en el cielo nube y sol
y el vendaval del amor.
La niña bordó el pañuelo,
pero lo bordó al revés
y puso el mar en el cielo.
Todos los peces estrellas
y toda la espuma niebla.
Cuando se quiso bañar
cayó desde el cielo al mar.
Pasó un barco por el cielo;
lo vio la niña en el mar
y ya no volvió a bordar.
Al pecho del marinero
el vendaval de los celos.
Y en el cielo nube y sol
y el vendaval del amor.
Punto G, un poema erótico de Carmen Matute
Un desangrarse lento
remontable
hasta la más pérfida belleza
hasta el misterio de la carne inerme
un ciego encadenarse
a la vida
en medio de secretas humedades
fingiéndose criatura marina
o tal vez demonio
cómplice de un ángel
goloso y triste
un desangrarse
un encadenarse
un agonizar feroz
entre la luz imprecisa y virgen
de un eclipse
cerrados los labios y los ojos
pero abierta
extraviada
florecida.
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Amor y poesia
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Amor y Poesía, una selección de poemas de amor que , verso a verso, se va convirtiendo en una antología contemporánea de los poemas de amor del siglo XXI . Nuestros oyentes son los protagonistas.
Gracias a todos ellos, que han participado libremente en la web, ocupan un lugar de honor en este espacio literario romántico, que es de todos aquellos que se sienten enamorados y de todos aquellos a los que les gusta leer y escuchar poemas de amor.
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Romance de la luna, luna. Un poema de Federico García Lorca con ilustraciones
Me gustas cuando callas. Un poema de Pablo Neruda para enamorar
Palabras para Julia, un poema de José Agustín Goytisolo
Poema de amor de Juan Ramón Jiménez: «Rosa, pompa, risa»
Ven siempre, ven. Poema de Vicente Aleixandre
las huellas de unos besos,
ese resplandor que aun de día se siente si te acercas,
ese resplandor contagioso que me queda en las manos,
ese río luminoso en que hundo mis brazos,
en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero.
No quiero que vivas en mí como vive la luz,
con ese ya aislamiento de estrella que se une con su luz,
a quien el amor se niega a través del espacio
duro y azul que separa y no une,
donde cada lucero inaccesible
es una soledad que, gemebunda, envía su tristeza.
La soledad destella en el mundo sin amor.
La vida es una vívida corteza,
una rugosa piel inmóvil,
donde el hombre no puede encontrar su descanso,
por más que aplique su sueño contra un astro apagado.
Pero tú no te acerques. Tu frente destellante, carbón encendido que me arrebata a la propia conciencia,
duelo fulgúreo en que de pronto siento la tentación de morir,
de quemarme los labios con tu roce indeleble,
de sentir mi carne deshacerse contra tu diamante abrasador.
No te acerques, porque tu beso se prolonga como el choque imposible de las estrellas,
como el espacio que súbitamente se incendia,
éter propagador donde la destrucción de los mundos
es un único corazón que totalmente se abrasa.
Ven, ven, ven como el carbón extinto oscuro que encierra una muerte;
ven como la noche ciega que me acerca su rostro;
ven como los dos labios marcados por el rojo,
por esa línea larga que funde los metales.
Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodante
que luces como una órbita que va a morir en mis brazos;
ven como dos ojos o dos profundas soledades,
dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.
¡Ven, ven, muerte, amor; ven pronto, te destruyo;
ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo;
ven, que ruedas como liviana piedra,
confundida como una luna que me pide mis rayos!
La Pareja, poema de Leopoldo de Luis
Tenerte cerca. Hablarte.
Y besarte en silencio.
Y sentir el contacto
caliente de tu cuerpo.
Sentir que vives, trémula,
aquí, contra mi pecho.
Que mis brazos abarcan
tus límites perfectos.
Que tu piel electriza
las yemas de mis dedos.
Que la vida se ahoga
en el hilo de un beso.
Que así, en la sombra, a tientas,
bajo la noche, ciegos,
topándonos a oscuras
mientras todo es silencio,
nos amamos y somos
casi dioses, rugiendo.
Vuelvo a palpar tu carne,
vuelvo a besarte, vuelvo
a estrecharte en la sombra
ciega contra mi pecho.
Vuelvo a sentir tu vida
trémulamente. siento
que el desamparo pone
su soledad, su cerco,
en torno de nosotros.
El mundo está desierto.
Mudo. Tú y yo arrojados
a un destino violento,
aquí, sobre la tierra,
abrazándonos ciegos.
Y entonces te recojo,
te amparo, te sujeto,
pequeña, débil, mía,
cobijada en mi aliento,
sostenida en mis brazos,
cubierta con mis besos.
Pero mi pequeñez
en seguida comprendo.
Mi inútil protección,
castillo sin cimientos,
rueda deshecha frente
al enorme Universo.
¡Qué poco puede el hombre!
Y me refugio en medio
de tanta soledad
en tu caliente cuerpo,
para que entre tus brazos
me mezas con tu tierno
amor. Niño asustado,
busco tu amor materno.
Los dos en la tiniebla
abrazados, pequeños,
frente a la eternidad,
lloramos en silencio.
La noche continúa
mudamente cubriéndonos.
Poema de Leopoldo de Luis
En los ecos, poema de Rosalía de Castro
en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
te adivinaba en todo y en todo te buscaba,
sin encontrarte nunca.
Quizás después te ha hallado, te ha hallado y te ha perdido
otra vez, de la vida en la batalla ruda,
ya que sigue buscándote y te adivina en todo,
sin encontrarte nunca.
Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
hermosura sin nombre, pero perfecta y única;
por eso vive triste, porque te busca siempre
sin encontrarte nunca.
II
Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco, pero es algo
que perdí no sé cuándo y que no encuentro,
aun cuando sueñe que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.
Felicidad, no he volver a hallarte
en la tierra, en el aire ni en el cielo,
¡aun cuando sé que existes
y no eres vano sueño!
Rosalía de Castro
Poemas de amor recitados: Amor y Poesía
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